Hemos pasado una semana en Chiloé, también conocida como Nueva Galicia, llamada así por el clima y la orografía similar a nuestra Galicia, además de que fué el último reducto Español antes de la independencia de Chile.
Es un archipiélago famoso por su naturaleza pristina y abundante, sus iglesias, y por su folklore y mitología local. Visitamos las ciudades de Ancud, Quemchi, Dalcahue y Castro, paseamos por la bonita pasarela que lleva a la isla de Aucar, perteneciente al famoso escritor Francisco Coloane, autor del libro “El camino de la Ballena”, y para conocer en detalle su folklore vosotamos el Parque Ecológico y Mitológico de Chiloé.
Fueron sus iglesias reconocidas por la UNESCO lo que nos llevó a Chiloé. Visitamos el museo de las Iglesias en Ancud y descubrimos su historia: cuando llegaron los Españoles y la Cristianización trajeron con ellos los arquitectos con planos de iglesias Europeas. Sin embargo se encontraron que no tenían las materias necesarias para construirlas, como marmol ni piedra, sino únicamente madera, por lo que éste fué el material principal. Los carpinteros locales tampoco tenían el conocimiento necesario para construir iglesias así que usaron las técnicas de construcción de barcos para ello. Es por esto que la nave principal de las igesias parece un barco por dentro. Y por otro lado, tampoco tenían clavos, por lo que usaron la metodología de ensamblaje de los travesaños, que hace que la arquitectura de estas 16 iglesias sea única. Todo ello es lo que ha llevado a la UNESCO a reconocerlas como Patrimonio de la Humanidad.
A pesar de estar apenas a 2km de distancia del continente por su lado Norte, Chiloé es una isla remota en el sur del mundo, que junto con sus parajes naturales, lagunas, rios y bosques, y un clima marcado por la llovizna, neblina y fuertes vientos ha creado un entorno con un folklore y magia propios, donde sus habitantes aún mantienen vivas las tradiciones de contar mitos y leyendas de antaño alrededor de una chimenea.
Los nativos de la isla buscaban dar un sentido a lo desconocido, buscar la explicación a fenómenos naturales que no podían explicar mediante personajes fantásticos o sobrehumanos. Este es el caso de la Pincoya, una bella mujer rubia que habita el fondo del mar y pasea por las playas del sur de Chile para proteger el mar y salvar a los náufragos. La leyenda dice que la orientación de su danza señaliza a los pescadores si la pesca será abundante o escasa en la temporada que se avecina. Otro mito famoso es el Trauco, con aspecto deforme y aterrador, se le considera la encarnación del demonio más temido por los habitantes del archipiélago. Los Chilotes piensan que cuando una mujer muy joven y soltera queda embarazada es producto de su encuentro con el Trauco.
Y una leyenda que nos pareció particular es la del Caleuche, que relata la historia de un barco fantasma que transporta brujos navegando por el Pacífico sur, y que aparece esporádicamente por la noche cerca de las playas de Chiloé. Cuando hay marea baja se puede distinguir entre la neblina el barco muy iluminado y con música a bordo, como si estuvieran celebrando una fiesta. Los testigos de este espectáculo, por lo general pescadores, se convierten bien en animales marinos, o simplemente son llevados por el “Caleuche” como tripulación. Si la Pincoya, por razones superiores no logra su propósito de salvar a naufragos, transporta con ternura los cuerpos de los chilotes muertos hasta el Caleuche, en donde ellos revivirán como tripulantes del barco fantasma y a una nueva existencia de eterna felicidad.
Estas invenciones populares crean una marcada identidad Chilota, que se refleja en sus fiestas costumbristas, artesanías, y comidas típicas, distintas a las de Chile continental. Estas invenciones populares crean una marcada identidad Chilota, que se refleja en sus fiestas costumbristas, artesanías, y comidas típicas, distintas a las de Chile continental.
A mayores, algunos de los pueblos de Chiloé (sobre todo Castro pero también Ancud) construyeron edificaciones sobre el mar, las lagunas o las marismas. Casas sobre pilones que reposan en el agua dotando a sus habitantes de un acceso al agua perfecto e incluso la capacidad de “mover” su casa si fuera necesario. Estos son los famosos “palafitos” que se pueden ver alrededor de la costa y dotan de una imágen pinturesca y única a Chiloé.
Estar en Chiloé es como estar completamente desconectado del mundo. Nos alojamos en una pequeña cabaña junto al mar y con casi siete kilómetros de playa para nosotros. Cada amanecer y anochecer teníamos al visita de delfines, y la sensación de tranquilidad y desconexión es única. Así, nos enteramos de las revueltas en Santiago de Chile por amigos españoles, ya que desde nuestra recluida cabaña ¡no teníamos ni idea!
¡Os dejamos con el vídeo de nuestras aventuras por la isla!
Y si queréis ver la ruta entera por el parque ecológico y mitológico, os dejamos el vídeo de 20 minutos.
1 comentario de “De ruta por Chiloé”