Continuamos con la ruta 40 argentina, que por el lado Chileno se convierte en la ruta 9.
La etapa 5, de Nibepo Aike a Calafate fue una ruta sin incidentes, la carretera estaba bastante seca por lo que pudimos salir del parque nacional de los glaciares sin incidentes.
De camino cogimos a un autoestopista belga que quería llegar hasta el glaciar Perito Moreno, que estaba viajando con su novia durante 8 meses antes de empezar a trabajar como médico en Canadá. Le sorprendió bastante que viajáramos con las niñas durante un período de un año, y de alguna manera le tranquilizó pensar que hay vida más allá del trabajo y la familia. Nos contó que estaban disfrutando enormemente su viaje, pero que sentía compungido al pensar que una vez empezara a trabajar y a crear una familia no podría recorrer aventuras similares de nuevo. Vernos a nosotros le dió cierta esperanza.
El Calafate es una ciudad curiosa, está situada en un paisaje semidésertico, con lluvias de 200m3 anuales, a los pies de parques nacionales frondosos y del campo de hielo norte de la Patagonia, con lluvias de 1200 m3. Empezó siendo una estancia de paso para viajeros que planificaban expediciones a los glaciares, y ello provocó su crecimiento hasta hoy, siendo un centro de montañismo importante en Argentina.
En toda la zona de el Calafate y en general en la parte sur de la Patagónia hay un arbusto espinoso endémico al que también llaman Calafate con flor roja o amarilla y fruto lila muy dulce. Los Aonikenk, la tribu originaria de esta zona tiene varias historias sobre este arbusto.
Una de ellas dice que Aneken, un joven de la tribu Yagan, fue apresado por los Aonikenk, quienes querían pedir un rescate por él. Pasaron varios días y en una ocasión la hija del jefe de la tribu llamada Calafate, le descubrió y se enamoró de él. Desde ese momento todas las noches Calafate salía de su habitación para ir a hablar con el prisionero. Noche a noche su amor fué creciendo hasta que se prometieron en matrimonio. Pero para su desgracia el chamán de la tribu les descubrió y se llevó a Calafate sin decirle nada a nadie para castigarla. La convirtió en un arbusto con flores dorados como sus ojos, fruto dulce como su corazón, y espinas como el dolor que le causó la separación de su amado. Tiempo después las dos tribus firmaron un tratado y Aneken quedó libre. Cuando regresaba a su tierra encontró el arbusto, lo probó y le recordó a su amada. Dicen que desde entonces vivió junto al arbusto y nunca más se separó de él. Y es por eso que dicen que los que viajan a Patagonia y prueban el fruto del calafate siempre regresan.
Después de varios días en el Calafate pusimos rumbo hacia Chile, en lo que sería la etapa 6 de nuestro recorrido. El cruce a Chile estuvo marcado por niebla intensa y llovizna. Nos cruzamos con un grupo de motoristas que nos dieron cierta penita por las inclemencias del tiempo, pero lo cierto es que todos los que recorremos esta ruta lo hacemos voluntariamente y en busca de aventura, ¡y ciertamente la encontramos! Coincidimos con ellos posteriormente en una gasolinera y parecían todos contentos y felices.
En este recorrido encontramos otro gap de Google Maps, donde la carretera 5, camino a Esperanza, había sido asfaltada y había sustituido el recorrido tradicional de la carretera 40 de grava (ripio). Aunque recorrimos más kilómetros, esta vez cogimos la “nueva ruta 40” asfaltada y aprovechamos para repostar en Esperanza.
La frontera Argentina – Chile de esta zona es pequeña pero bastante eficiente. Nos hicieron una rápida revisión al coche, y nos requisaron la miel. A cambio nos enteramos de que podríamos haber pasado el dulce de leche que nos lo acabamos corriendo en Calafate pensando que nos lo quitarían al cruzar a Chile.
Y apenas a 10km de la frontera empieza el parque nacional Torres del Paine, nuestro siguiente destino.
Este Parque vendría a ser el homónimo chileno de el parque nacional de los Glaciares de Argentina, dónde encontramos parte del Campo de Hielos Patagónico Sur chileno, glaciares, y el macizo que da nombre al parque con sus famosos cuernos y las torres. La formación rocosa de esta zona fue esculpida por glaciares dejando esta construcción tan única e impresionante. Paseamos por varias areas del parque, visitamos miradores de los cuernos y las torres, pero desafortunadamente las torres no se dejaron ver debido a la lluvia y niebla que nos acompañó durante toda nuestra estancia.
Durante los días que pasamos en Torres del Paine visitamos también el glaciar Grey, un glaciar de desprendimiento en recesión parecido a los que vimos en el parque nacional de los Glaciares en el Calafate.
Nuestro recorrido hasta el sur de Patagonia finaliza con la última etapa desde Torres del Paine a Punta Arenas. Más allá es Tierra del Fuego. Fue un recorrido de unas tres horas y media con buen tiempo y sin ningún contratiempo.
Punta Arenas es la ciudad chilena más importante de la XII región, pero no es la más austral, siendo ésta Puerto Williams, en Tierra del Fuego. Antes que Puerto Williams, la ciudad más austral del mundo era Ushuaia, pero tras una reciente modificación en la legislación, Puerto Williams se convirtió en ciudad (por número de habitantes) y se llevó la denominación, si bien Ushuaia es bastante más grande.
Llegados a este punto llevamos recorridos un poco más de 7.000kms y ya hemos pasado un puñado de peripecias con Josefina.
En nuestra ruta descubriendo Patagonia, desde el lado chileno conseguimos encontrar alguna pista de por qué se le llama a esta región Patagonia: parece ser que Magallanes en su primer desembarco encontró a los nativos de la zona continental, los Tehuelches o Aonikenk. Estos eran muy altos, con una media de altura de unos 2m. De hecho decían que era una tierra de gigantes, por lo que suena factible que les hubiera llamado “patas grandes” y que hubiera derivado a “Patagones”. La segunda teoría, tomando como base la primera, dice que Magallanes estaba leyendo un libro donde su protagonista era un gigante que se llamaba Patagón, por lo que viendo las similitudes podría ser que les hubiera llamado de la misma manera.
En Patagonia coincidieron y convivieron 5 tribus diferentes antes de la llegada de los colonizadores Europeos, presentando dos maneras de vivir diferentes: los cazadores terrestres y los canoeros. Los Aonikenk eran cazadores en la Patagonia continental, situados principalmente en la actual Argentina; los Selk’nam eran los cazadores fueguinos, más bélicos que los Aonikenk; y los Manekenk, una tribu cazadora muy pacífica que fue relegada a una pequeña zona de Tierra del Fuego y en poco tiempo extinguida. Y con respecto a los canoeros, los Kaweskar ocupaban la Patagonia continental en su lado chileno, ocupando islas y fiordos, y los Yamena o Yaganes ocuparon la parte sur de tierra de fuego, desde el canal Beagle hasta el Cabo de Hornos, siendo la tribu más austral del mundo.
En la actualidad queda únicamente descendencia de los canoeros, que pudieron huir y ocupar tierras de dificil acceso para los europeos. Existe una gran comunidad Kaweskar en Puerto Eden en Chile, y queda una comunidad de descendientes Yaganes en Puerto Williams en la Isla Navarino, pero sola queda una pura sangre Yagan.