Este artículo es la segunda parte de este que publicamos ayer.
Aquí fue nuestro fatídico error en la ruta Noroeste. Mientras buscábamos información, decidimos hacer la ruta 9 que pasa por Catamarca y San Miguel de Tucuman, dejando el norte de la 40 para una nueva ocasión. Lamentablemente es precisamente la 40 la que tiene cosas más interesantes para ver, mejores paisajes, ¡y los viñedos y bodegas de Cafayate!
Así que nuestra siguiente parada después de una noche de desacanso en Catamarca (que como ciudad no tiene nada especial para ver). Fue ir a Tafí del Valle donde estuvimos en la Estancia las Carreras. Las estancias han sido una de nuestras experiencias favoritas en Argentina así que no podíamos dejar el país sin visitar la última. Esta vez con llamas y quesos. La Estancia las Carreras se encuentra en el valle de Tafí, increíblemente verde y con vistas espectaculares. Ahí pudimos ver cómo ordeñan y hacen un queso al estilo Tucumano, por supuesto montamos a caballo y hicimos un curso de cocina donde por fin Laura pudo aprender a hacer masa de empanadas, dulce de leche y unos deliciosos sorrentinos (pasta fresca rellena).
Uno de los días en las Carreras lo dedicamos a vistiar alguna de las partes de esta región más interesantes y que nos iban a quedar fuera de la ruta original. Así pasamos por Cafayate, pudimos comer en un viñedo, comprar vino (Amalaya, excelente bodega) y visitar entre otras cosas las ruinas de Quilmes y el museo de la Pachamama en Amaicha. ¡La Ruta Pachamama visita el museo de la Pachamama!
Amaicha es un lugar para pasar varios días y hacer trekkings desde allí. Sin embargo no tuvimos suficiente tiempo y nos quedamos con el museo de la Pachamama, donde el escultor autodidacta Hector Cruz retrató la historia Calchaquí de la zona, desde sus habitantes nativos originales, pasando por los Incas y su influencia, hasta la actualidad, en hermosas esculturas en piedra.
En las ruinas de Quilmes pudimos aprender más sobre la cultura Diaguita que vivía en esta zona. Cómo resistieron como pudieron la llegada de los Incas y finalmente cayeron al ataque de los Españoles. Éstos se llevaron a la mayoría de pobladores a Buenos Aires como esclavos donde murieron debido a las condiciones terribles en las que les tenían. Así nació en barrio de Quilmes de Buenos Aires.
Después de la estancia pasamos un par de días de logísitica y descanso en San Miguel de Tucuman. La ciudad en si tiene un par de iglesias para ver y un el Museo de Ciencias Naturales Miguel Lillo. Sin embargo como nos va pasando en los últimos dos meses… estaba cerrado por vacaciones! Por lo que nos dedicamos a ir a la piscina, descansar y hacer deberes con las niñas. Para así reanudar nuestro camino hacia el norte (perdiéndonos los parques naturales al norte de Cafayate que descubrimos tarde eran impresionantes).
En Salta nos decantamos por quedarnos en San Lorenzo. Un pequeño pueblo a 10 kilómetros, muy tranquilo y con alojamiento más barato. En esta zona comimos mucho y muy bien, pero siempre lo recordaremos por la “hamburguesa de sushi” que encontramos por casualidad. En Salta se encuentra el Museo Arqueológico de Alta Montaña donde conservan las momias intactas de 3 niños Incas, y donde pudimos empazar a empaparnos de esta cultura que nos va a acompañar en los siguientes meses de viaje. El teleférico del cerro de San Fernando también es un imperdible. También desde San Lorenzo pudimos pasar el día cabalgando por su Quebrada. Una auténtica maravilla de Yungas (bosque que crece a través de la quebrada / valle y en altura) y que parece una selva.
Finalmente llegamos a nuestra zona de exploración de la Quebrada de Humahuaca. Nos alojamos en Purmamarca en unas cabañas de adobe preciosas y desde donde exploramos toda la zona. Aquí empezamos a experimentar el mal de altura. Los cerros de los 7 colores y la paleta del pintor son auténticas obras de arte de la naturaleza y andar a través de sus gargantas una experiencia única. A pesar de que Mara ha tenido gastrointeritis hemos podido recorrer bien toda la zona, con el añadido de pastillas de ajo para ayudar con la presión.
Las niñas han podido hacer buenas caminatas, visitar la catarata de la garganta del diablo, los pueblos de Tilcara y Humahuaca e incluso hacer un taller de música andina. El Hornocal, también conocido como la colina de los 14 colores es simplemetne una vista espectacular que no se encuentra en muchos sitios, y a pesar de los kilómetros de ripio y serpenteantes carreteras hasta 4300 metros merece la pena. El pueblo de Purmamarca es una pequeña localidad sin carreteras pavimentadas que durante esta temporada de vacaciones se llena de gente, pero donde se respira una calma única. Nos hemos encontrado muy bien aquí, no solo por estar rodeados de paisajes únicos, sino por el ambiente, así como haber podido parar unos cuantos días tranquilos sin conducir.
Siguiente paso: La cuesta del Lipan, una de las carreteras más difíciles. 4000 metros y el desierto de Atacama