Veníamos recorriendo el norte de Argentina, y antes de pasar a Bolivia quisimos visitar Atacama. Y de repente nuestra visita al norte de Chile se cargó de incertidumbres. Teníamos que pasar la revisión técnica de Josefina, si queríamos poder venderla posteriormente en Colombia, y por otro lado, los cruces de frontera en el norte de Chile son complicados: a los extranjeros propietarios de coches con placa chilena no les permiten cruzar las fronteras del norte, aún teniendo la ley de nuestro lado, parece ser que por miedo de que el coche no vuelva a Chile. Entonces, podíamos entrar fácilmente a Atacama con Josefina, pero no sabíamos si podríamos volver a salir en esta zona. Por otro lado, si no pasábamos ahora la revisión ahora, no tendríamos otra oportunidad.
Barajamos opciones, miramos tours a Atacama desde Argentina, y finalmente decidimos pasar a Chile con Josefina. El camino elegido fue el paso fronterizo de Jama, un paso de alta montaña famoso por la cuesta de Lipan y sus curvas, y por estar situado a +4.000m de altura. De camino además tuvimos la oportunidad de visitar la Salina Grande de Argentina, dónde nos informaron de cómo funcionan los salares, cómo se recoge la sal, y el controvertido tema de la extracción de litio.
Una vez allí realizamos todos los papeles, y la fatídica confirmación nos llegó en el último paso de las aduanas. El funcionario de aduanas, que parece que también trabaja en el paso de Hito Cajón, otro cruce cerca de Jama, amablemente le explicó a Sergio que no entendía como podía estar fuera de Chile ya que no estaba permitido dejar pasar a extranjeros con coches chilenos. Le confirmó además que si intentábamos volver a salir y él estaba allí, no nos dejaría pasar.
Llegamos al hostal – glamping de San Pedro de Atacama totalmente abatidos. ¿Cómo volveríamos a salir de Chile para ir a Bolivia? Trazamos el “plan Mendoza”: todo un recorrido de 12 días bajando desde Atacama hasta Santiago, cruzando por Mendoza, que si permiten salir a extranjeros con coches chilenos, y subiendo la ruta 40, y ya de paso visitando todo lo que nos habíamos dejado por visitar en este tramo, hasta La Quiaca, el paso fronterizo con Bolivia. No era óptimo, pero al menos usaríamos nuestro tiempo visitando los viñedos más famosos de Argentina en Mendoza y Cafayate.
Pasamos varios días por Atacama intentando olvidar nuestras incertidumbres y visitando los lugares más espectaculates de la zona, como el valle de La Luna, un terreno que parece sacado directamente de la faz de la Luna, con una duna gigante y unas vistas espectaculares; el valle de Marte, por su parecido con el planeta, también conocido como valle de la Muerte sus formaciones rocosas con forma de huesos. Sergio practicó sandboard en el valle de la Muerte; yo hice un trekking de 3h a la luz de la luna por la montaña Vi Lama, cruzando cañones y rios; Visitamos también el pucará de Quitor, una fortaleza que defendía el valle, construida en forma de terrazas, y la aldea Tulor, dónde vimos los tipos de casas de los indigenas, formas de vida y cultivos, que nos dieron contexto de las poblaciones indígenas precolombinas que habitan en el norte de Chile.
Lo que no conseguimos hacer en Atacama fue ver las estrellas en su esplendor, ya que durante toda nuestra estancia tuvimos luna llena.
Finalmente pasamos unos días en una granja de llamas en el Ayllu de Coyo, con gallinas y pollitos, un pato y varios perros con los que Mara y Susana estuvieron jugando a cada oportunidad. Y visitamos las termas de Puritama para desestresarnos y prepararnos para la burocracia en Calama.
Una vez llegmos a Calama nos preparamos para pasar la revisión técnica de Josefina, ordenamos bien el coche y allá nos fuimos. Desafortunadamente tenemos la matrícula trasera rota y con esta tara no nos aprobaron la revisión técnica. Vimos opciones de pedir una placa nueva, pero tardaba alrededor de 3-4 semanas y mientras tanto tendríamos que ir con una temporal de carton. Optamos por olvidarnos de pasar la revisión…. a no ser que no nos permitieran cruzar a Argentina, en cuyo caso, de camino a Mendoza solucionaríamos este tema en Santiago.
Finalmente llegó el día en que ibamos a cruzar la frontera… o no… Valoramos todos los pasos fronterizos, tanto en dirección a Argentina como a Bolivia. Los pasos bolivianos nos parecieron más optimos, porque ganaríamos un par de días de recorrido, pero por otro lado son complejos ya que van a parar directamente al salar y Josefina ni es 4×4, ni está preparada para recorrer un salar inundado. Así que volvimos al paso fronterizo de Jama, aún con riesgo de encontrarnos de nuevo con el funcionario que nos dió el aviso al entrar. Trazamos un plan de viaje conforme volveríamos a Chile en menos de 6 meses (que es lo legalmente permitido), buscamos la declaración jurada conforme devolveremos el coche a Chile, imprimimos la ley que dice que efectivamente podemos cruzar como extranjeros con coche chileno, y por si acaso Sergio hizo una reserva de un vuelo para demostrar que saldríamos de Santiago. Y nos plantamos en la frontera…
La primera respuesta fue negativa, no nos iban a dejar pasar. Pero no nos dejamos derrotar. Les mostramos nuestro arsenal de documentación: la declaración jurada, la ley chilena que nos permite pasar, y adicionalmente les enseñamos la reserva del vuelo. Lo cierto es que se quedaron bastante sorprendidos. La funcionaria fue a hablar con el resto de funcionarios, y tras apenas 40 minutos pasamos sin más problemas. A pesar de la tensión y la altura de Jama, lo cierto es que fue un paso fácil.
Con todo esto llegamos a Tilcará y allí descansamos un par de días para reponernos de todo el estrés chileno, y para prepararnos para nuestro cuarto país: Bolivia!.