Mucha gente nos ha preguntado cuál ha sido nuestra impresión de Fiji, y de todo creo que lo que más ha marcado nuestra experiencia Fijiana ha sido su carácter impredecible!
Hemos disfrutado de experiencias muy variadas:
Convivir con una familia local fijiana junto con sus 10 miembros en la misma casa, y una vez ganada la confianza, haber sido objeto de “estafilla” turística: el fijiano, que es touroperador en Nadi, nos vendió un paquete a Mana Island más caro que el precio en el resort. Es triste pero cierto! para los fijianos solo somos “$$ andantes”. Soy una persona propensa a dar votos de confianza a la gente local de cada sitio que visito, y francamente Fiji en ese aspecto me ha decepcionado.
Haber tenido la oportunidad de realizar un paquete promocional para Dive Kadavu, con videos y fotos del resort y de las inmersiones locales, a cambio de unas mini-vacaciones pagadas en sus instalaciones.
Tener aventuras interesantes en los aeropuertos, como tener que cambiar 3 veces de avión para conseguir llegar desde Kadavu hasta Savusavu, pasando por Suva y por Nadi, y una vez en Nadi hacer cambiar al piloto su plan de vuelo para que nos dejara a medio camino en Savusavu! (finalmente llegamos a nuestro destino, y con las mochilas!!)
Escapar de dos ciclones que fueron a parar uno a Samoa y el otro hacia Tonga, estar alertados de un Tsunami que nunca llegó (por suerte!), pero a cambio en nuestro día de vuelta a Nadi el aeropuerto de Suva se inundó, y no empezaron a volar aviones hasta mediodía por las fuertes lluvias!
Disfrutar de buceo increíble y playas idílicas. Aunque no tuvimos la oportunidad de ver ni ballenas ni delfines, y nos faltó ver dar de comer a los tiburones en Benq!
Conocer gente muy interesante, desde instructores de buceo y backpackers trotamundos, hasta los típicos turistas de resort que creen que la isla es suya por el hecho de haberse pagado unas vacaciones allí!
Y dar una clase en un colegio local subvencionado por la UE, explicando donde está España, Europa, e intercambiar conocimientos culturales con los niños y profesores del colegio.
Todas estas experiencias nos han hecho aprender a tener más paciencia, a relajarnos un poquito más (Fiji Time!); a entender y respetar a la gente que vive allí; por otro lado confiar solo hasta cierto punto en la honestidad fijiana; y al fin y al cabo, a darnos cuenta del tipo de viajero que queremos y no queremos ser.