Esta aventura no fue planificada, ni siquiera sabíamos que existía! Conocimos de la posibilidad de viajar en ferry desde Puerto Natales a Puerto Montt en Chiloé, cuando vimos pasar el barco Skorpio por delante de Quemchi y pasa por la Laguna San Rafael, y Mercedes, nuestra anfitriona de Puerto Varas y a quien vimos también en Chiloé, nos contó de esta posibilidad.
La realidad es que nosotros queríamos conducir la carretera Austral, una ruta de ripio famosa por sus paisajes que se inicia a la altura de Puerto Montt y llega hasta el parque Nacional Bernardo O’Higgins. De camino hacia el sur bajamos hasta Punta Arenas-Ushuaia via la Ruta 40 argentina, así que planificamos en subir hacia el norte via la carretera Austral chilena.
Pero el viajar te da aprendizajes, y lo cierto es que aunque nosotros disfrutamos conduciendo carreteras escénicas, esto no es lo mismo para las niñas, que no aprecian el paisaje y miran dibujos en la tablet durante horas. Conducir más de 1000 km’s de ripio durante una semana como familia no nos aportaba ningún valor añadido (más allá de los paisajes), por lo que en el último momento cambiamos la ruta y decidimos coger el ferry Evangelista, que va desde Puerto Natales hasta Puerto Montt pasando por los fiordos, el archipiélago y la costa de Chiloé.
El ferry nos impactó, ya que es un buque preparado para llevar mercancías, con personal marino preparado para mover camiones y manejar maquinarias, pero con un lado “soft” una vez pasas a las cubiertas superiores. Nos encontramos que teníamos a varias personas dedicadas a darnos soporte, guiarnos y darnos explicaciones sobre la fauna y naturaleza que se encuentra en los fiordos, así como una hostess que hacía talleres y actividades con los niños, y una monitora de yoga que nos dió clase de yoga cada día, y una sesión especial para niños.
La navegación duró 4 días, pasamos por Puerto Eden solo para embarque y desembarque de residentes y mercancías, y en donde se encuentra la última población de indígenas Kaweskar de Chile. Pasamos varias angosturas, la más famosa la Angostura Inglesa, que es un paso estrecho que sólo permite la navegación de una nave a la vez, con la pequeña isla que tiene la virgen Stella Maris, virgen de los marinos.
Navegamos el Canal Messier, dónde se encuentra un islote semi-sumergido conocido como el “Bajo Cotopaxi” y donde descubrimos la historia de por qué se encuentra varado el buque de carga Capitán Leónidas. Es un lugar con aire fantasmagórico y misterioso en el que se encuentran dos barcos pseudo-naufragados, uno encima del otro. Parece ser que el buque Cotopaxi en su ruta por los foirdos no vió el bajo y se encalló, dándo nombre al lugar. Y posteriormente, en los años 70, el buque Capitán Leónidas después de haber vendido su cargamento de azúcar ilegalmente en Argentina, decidió hundirse intencionadamente para cobrar el seguro, con tal mala fortuna que se encalló en el mismo bajo y sobre el buque Cotopaxi, por lo que nunca se hundió y se descubrió la trama. Actualmente se usa como faro de navegación y punto de referencia para navegantes, así como hogar para fauna local.
También pasamos por el golfo de Penas en mar abierto al Pacífico, y avistamos delfines y nos cruzamos con ballenas, de las que solo vimos expulsar aire y agua.
Ha sido una manera diferente y entrenetida de viajar, que nos ha dado la oportunidad de conocer la Patagonia chilena desde el mar.