Hace unos días he recordado una historia muy interesante que, en cierta manera representa el estilo de vida que he elegido, y que en ocasiones de hace complicado seguir, porque la vida al final, te arrastra hacia lo que el resto del mundo hace.
Cuando terminamos de viajar sabíamos que podría ocurrir. Establecerse una temporada en Holanda, estudiar un MBA, entrar en el mundo corporativo. Es una receta para olvidar todas las lecciones de vida que aprendimos durante el viaje y acostumbrarse de nuevo “a lo bueno” (notese el uso de las comillas)
El dilema entre la vida oriental y la occidental ha existido siempre. Una vida contemplativa, meditación, feng shui y comidas naturales versus largas horas de trabajo, competencia descarnada y la carrera por llegar a la cima.
Pero este dilema es falso, porque al final estés donde estés, tienes que hacer algo para sobrevivir, y al menos aquí la calidad de vida es en algunas situaciones, mejor. La clave, y aquí esta lo difícil, esta en saber integrar lo bueno de ambos mundos. Paliar nuestro capitalismo exacerbado con una vida mas natural y equilibrada. En una frase: mas te y menos café, mas meditación y menos estrés.
Como digo, no es fácil, y lo peor de todo es que es muy fácil perder el foco y olvidarse de que es lo importante en la vida, y por que estamos haciendo lo que hacemos. Por eso (y muy a mano de estudiantes de MBA), esta historia viene muy a mano:
Un MBA analista de McKinsey, después de tres años de proyecto en proyecto sin un solo día libre, consigue tener vacaciones, y decide viajar a una isla recóndita en un pais en vias de desarrollo, donde relajarse durante unos días.
Allí se encuentra un pescador descansando bajo la sombra de una palmera. El hombre, pensando que la vida en esta parte del mundo seria mas dura, le pregunta “buen hombre, no tiene usted que pescar?”, a lo que el pescador responde “ya he vuelto de mi pesca diaria, así que ahora puedo descansar”.
Esto dejo a nuestro MBA perplejo… ¿Como puede alguien, a mediodía, haber terminado de trabajar, y descansar tan tranquilo? Tras preguntarle sobre su jornada, el pescador responde
“Cuando he pescado lo suficiente para alimentar a los míos, y vender algunos peces para conseguir arroz y alguna cosa mas, puedo volver a casa.
“Y en que empleas el resto el día?” pregunta el MBA, que acostumbrado a trabajar 12 horas al día, no sabría que hacer con tanto tiempo libre!
“Pues duermo hasta tarde, juego con mis hijos, duermo una siesta con mi mujer y algunos días visito a mis familiares en aldeas cercanas. En las tardes voy al pueblo donde me encuentro con mis amigos, bebemos algo, tocamos la guitarra y cantamos y entonces vuelvo a casa con mi familia. Vivo una vida plena”
En ese momento, nuestro MBA de McKinsey interrumpe al pescador. Su cabeza vuela con números e ideas, y le dice.
“Si te puedes permitir esto, es probablemente porque tus márgenes son muy bajos, y los recursos se pueden explotar mucho mas. Probablemente ese pescado valga mas en otro sitio y tu labor valga muchísimo mas!”
“Mira, tengo un MBA por la universidad de Harvard, y te puedo ayudar, escuchame con atención”“En lugar de pescar durante dos o tres horas, saldrás a pescar durante ocho o diez. De esta forma podrás pescar muchos mas peces, venderlos y tener mas dinero?”
“Y para que”, contesta el pescador.
“Hombre! No seas ingenuo! Con ese dinero te podrás comprar una barca mas grande, con la que pescar durante mas horas y conseguir aun mas peces, que te reportaran aun mas beneficios, y tu margen aumentara!”
“Pero… para que?”
“Mira, esto se llama economías de escala. Cuanto mas producto generes, mayores son tus beneficios. Así, con el dinero que ganes, te podrás comprar otras dos o tres barcas, y tener a otros pescadores trabajando para ti”
“Ya, ya veo… Pero para que querría que otros pescadores trabajaran para mi en lugar de para ellos?”, el pescador no entendía nada…
“Cada vez tendrás mas barcos y pescadores, hasta que un día tengas una flota, y pesques tanto que puedas abrir tu propia planta. En ese momento ya no tendrás que pescar por ti mismo, gestionaras los salarios de tus pescadores, a los clientes, y las cuentas de la empresa. Te podrás mudar a la gran ciudad, o incluso al extranjero”
“Y cuanto tiempo necesitaría para eso?”, pregunto el pescador escéptico.
“Bueno, el éxito requiere tiempo y mucho, mucho esfuerzo! Pero quizá en diez o doce años puedas conseguirlo. Y lo mejor viene después Una vez tengas tu imperio de pescadores, podrás entrar en el mercado de valores, tener acciones, comprar, vender… Y ganar millones de dólares!”
“Oh! Millones! Y que haría entonces?”
“En ese momento es cuando te puedes retirar feliz, con tu fortuna y podrás dormir hasta tarde, jugar con tus hijos, dormir una siesta con tu mujer y algunos días visitar a tus familiares en aldeas cercanas. En las tardes podrás ir al pueblo donde te encontraras con tus amigos, beberás algo, tocaras la guitarra y cantareis y entonces volverás a casa con tu familia.”
Esta fábula dibuja estupendamente a la mayoría de jóvenes MBA que lo único que buscan es un buen puesto directivo y ganar un gran sueldo ún a costa de perder a su propia familia a la misma que le dice absurdamente que lo hace por ellos. La línea entre vivir la vida disfrutando de cada momento sin perder el norte del trabajo que da sustento diario, es díficil, pero si se puede hacer. Yo lucho permanentemente con ello, me pregunto si estoy haciendo lo correcto, porque pareciera que si no estas trabajando las 14 horas al día -como la mayoría de directivos- no serás “exitoso”.
Un abrazo para ustedes desde Lima, Perú