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No es la primera vez que hablamos de cual es la diferencia entre turista y viajero. Podemos armar un debate que dure meses y no llegar a ninguna conclusión, asi que un debate que aparenta ser un poco más sencillo es el del “backpacker” o mochilero.
Tradicionalmente se piensa que el mochilero es el jóven (o no tan jóven), que cual caracol, pone en su espalda sus pocas posesiones, y las arrastra de hostal en hostal, refugio en refugio, autobús en autobus, montaña en montaña. Se suele asociar con alguien cuyo presupuesto no es muy elevado, y que además, por su estilo de viaje, tiende a intentar experimentar más la cultura local, hacer un viaje más social y experimentar vivencias que no puede encontrar en otros sitios. Así, el “backpacker” se ha considerado como un viajero más real que el de los tours organizados, que dedicando más tiempo que el de unas simples vacaciones, aprende a disfrutar de las culturas que visita.
Sin embargo esto no es siempre así. Desde nuestra postura española, donde dejarlo todo para viajar es algo así como una locura, vemos a estos viajeros (como nosotros), como alternativos, que deciden romper con las reglas establecidas y explorar lo desconocido (wandering, que dicen los ingleses). Sin embargo en el resto de Europa y Estados Unidos esto no es así.
Los gap years son algo que está a la orden del día, y cerca del 30% de los jóvenes británicos (por ejemplo), se toman entre 6 y 12 meses sabáticos entre el instituto y la universidad, o justo después de la universidad.
Lo cierto es que es una experiencia perfecta. Sirve para que alguien que aun no sabe qué profesión quiere tener, o hacia dónde encaminar su vida, dedique unos meses a conocer otras realidades y a pensar hacia dónde tirar. Algunos hacen voluntariados (de ahí el alto precio por voluntariados, que cuestan más que vacaciones en hoteles 5 estrellas), otros simplemente se dan una vuelta por el suréste asiático, o por suramérica (países tradicionalmente baratos), y otros buscan experiencias laborales alternativas, como por ejemplo con un visado “working holiday” en Australia o Nueva Zelanda (un visado que permite estar un año en el país, viajar y trabajar generalmente en puestos poco cualificados, obras de carretera, en bares o cafeterías, granjas, etc…, y que por cierto, los españoles no tenemos en Australia, pero sí en Nueva Zelanda).
¿Y cómo se financian estos jóvenes de entre 18 y 25 años estos viajes? En la mayoría de las ocasiones, un crédito universitario de varios miles les permite financiarse sus años en la universidad y éstos meses sabáticos. No deja de ser una deuda que pagarán más adelante cuando encuentren un trabajo que probablemente no disfruten. Otros viven de papá y mamá, y otros, intentan aprovecharse de estos programas “working holiday”. Los puestos de trabajo más denigrantes, que en Europa quedan relegados a inmigrantes ilegales, en Australia y Nueva Zelanda quedan reservados para jóvenes Europeos y Americanos dispuestos a dejarse el pellejo para poder pagarse las cervezas.
Y todo esta mezcla hace que este backpacker haya cambiado un poco su motivo de viajar. Ahora ya no importa tanto la cultura, sino lo barata que esté la cerveza. No es tan importante los paisajes, o la arquitectura del lugar, sino cuántas chicas o chicos se puedan conseguir. El objetivo final del viaje acaba siendo únicamente, fiesta, drogas, y sexo.
No se me malentienda. Que todos disfrutamos de todo eso (menos de las drogas, vaya). A todos nos gusta pasarlo bien, tomar unas copas, y si conocemos a alguien interesante, disfrutar todo lo posible (al menos cuando viajábamos como solteros), pero cuando éso se convierte en la única actividad del viaje, entonces no tiene sentido. ¿De qué te sirve estar en una de las zonas más paradisíacas del mundo, rodeado de los mejores arrecifes, aguas cristalinas, playas perfectas, y culturas por descubrir… si al final vas a pasar todo tu tiempo en la cama y en el bar, con gente de tu mismo país?
La cosa se pone aun peor en Australia, donde todo es mucho más caro. Un ejemplo sería el siguiente: Tom, es un jóven británico, que ha terminado “high school”, y antes de entrar en el “college” ha decidido pasar un año en Australia acogiéndose al programa “Working Holiday Visa”. Tiene un préstamo de 15.000 libras, que le permite estudiar durante 3 años, y dar al menos, una vuelta al mundo, así que llegó a Sydney y empezó a trabajar en una empresa que trabaja para el gobierno, reparando carreteras. Tom gana 150 AUS$ al día (unos 110€), lo cual está bastante bien. Paga 300$ semanales por compartir otra habitación con un irlandés y un escocés, y cada día se gasta unos 50$ en fiesta. Su vida en Australia va: de la carretera al pub, donde se rodea de otros británicos, y a la cama. La historia de Tom no es extraña, de hecho es lo más común entre los jóvenes europeos que vienen a Australia.
Estos nuevos backpackers, flashpackers, o como se quiera llamar, ya no son viajeros. Simplemente son gente que buscan encontrase locales en lugares donde comprar cerveza barata. No se interesan por la cultura (aunque parezca increible, hay gente que viaja por Laos sin ni siquiera saber que es un régimen comunista…, o pasan por Milford Sound en Nueva Zelanda durmiendo la borrachera..), ni por las tradiciones o por el país.
¿Qué tipo de viajero serás tu?